—¡No me llames así! —siseó Amelia—. Él era la razón por la que no le gustaba ese apodo. Cada vez que él la llama así, siempre le llegan problemas y termina llorando como resultado.
—Entonces, ¿cómo debo llamarte? —preguntó Gael, inocentemente.
—Llámame Amelia como todos los demás —dijo Amelia entre dientes—. Luego miró a Isla—. Mi señora también me llama así, ¿verdad?
....
Isla no esperaba presenciar a estos dos peleando de nuevo. Ya que conocía a Amelia literalmente desde su nacimiento, la última siempre había expresado su desagrado por Gael. Mientras que Gael siempre disfrutaba de iniciar una discusión con Amelia.
Justo como ahora, su sonrisa permanecía mientras le decía:
—Todos te llaman así. Mi señora también te llama así, pero mi manera de dirigirme a ti siempre será Amy, Amy.
—¡Tú!
No obstante, Isla estaba satisfecha de que nada había cambiado.