—Mi señora, no hay rumores sobre la fiesta de té en la capital.
—Hmm —murmuró Isla mientras seguía mirando por la ventana—. Ha pasado una semana desde aquel incidente y, a diferencia de su segunda vida, no había señales de rumores. Nadie hablaba de ella como una mujer malvada por casi matar al hijo del duque y los sirvientes no murmuraban a sus espaldas. Aunque los sirvientes aún la trataban con cautela, se estremecían al verla, probablemente por las acciones de Gael al casi matar a Annalise.
Annalise no se cruzó en su camino, lo cual agradecía, y su esposo, el duque, no la visitó. Otra cosa por la que estaba agradecida.
Su esposo y Annalise seguían demostrándose amor el uno al otro, aunque Olivia era la culpable. Bueno... eso ya se lo esperaba y Olivia seguía en la celda de prisión.