—¿Qué necesitas de mí, duque? —preguntó ella.
Dante miró a su esposa, cuyo semblante parecía más frío que antes. Si su mirada parecía como si estuviera viendo a un extraño, entonces en este momento, podía sentir la hostilidad emitiendo de ella, lo cual nunca había sucedido en su matrimonio.
Esta era la primera vez que sentía odio de su esposa.
—¿Por qué me odias? —quería preguntar, pero se contuvo ya que sentía que la pregunta era algo estúpida.
Había muchas razones para que ella lo odiara como su aventura, su comportamiento hacia ella en su matrimonio, y ahora su inesperado segundo hijo.
En ese momento, se dio cuenta de que su esposa nunca lo había odiado, incluso después de todo lo que le había hecho.
Ella sonreía, se reía, y ahora evitaba su presencia, pero él nunca había captado hostilidad en esos ojos vacíos.
O quizá sí lo hizo, pero lo ocultó bien de él. No lo sabía y no quería saberlo.
Dejando de lado esos pensamientos, el Duque Hayes endureció su corazón que parecía vacilar cuando su esposa estaba cerca, y no le gustaba ni un poco, porque nunca sería capaz de divorciarse de ella y traer a Annalise a su vida.
—Annalise está embarazada de mi hijo, y quiero casarme con ella como mi segunda esposa —dijo esas palabras que le parecieron extrañas al salir de él. No, de alguna manera se obligó a decir esas palabras a su esposa.
Por qué, no lo sabía. Muchas cosas se volvieron desconocidas e inciertas para él desde que su esposa cambió su comportamiento.
Ahora que había dicho esas palabras, esperó... esperó a que ella hiciera algo, que gritara, que le lanzara cosas, que llorara, que lo maldijera, pero nada... nada vino de ella.
Su frío semblante no cambió, y su mirada vacía tampoco cambió. Ella no parecía sorprendida y eso dejó al duque un poco atónito.
—¿O lo esperaba? —se preguntó por un segundo, pero no podía pensar, ya que su usual voz suave resonaba en el pabellón.
—¿Y qué quiere el duque que yo haga? —preguntó ella.
—Y-Yo quiero que estés al tanto, y también quiero preparar una pequeña boda para nosotros. No puedo permitir que una sangre Hayes sea criada en condiciones pobres —dijo él.
—Mentiras —una risita instantánea siguió a la réplica de Dante. Fue fría, tan desprovista de sentimiento... no como la gentil esposa que él conocía.
—Necesitas esa excusa para traerla a este ducado. ¿Verdad, duque? —Sus ojos azules se clavaron en los rojos de él. Como siempre, parecen penetrar a través de su carne y parecen estar buscando la verdad en su alma y no la excusa que él acaba de decir.
—Puedes proporcionar el dinero, el lujo, las mansiones para que ella críe al niño, pero no querías eso —Isla repitió algunas de sus palabras en su trágica segunda vida. De cierta manera, está expresando lo que la Isla de su segunda vida quería transmitir al duque.
—Duque, no puedes mentirme. Quieres quitarme el lugar de la duquesa, ¿no es así?
Dante miró la sonrisa en sus labios. Se parecía a su risita, tan desprovista de sentimiento y fría, pero ella parecía divertida, como si estuviera viendo a un tonto dando saltos alrededor, y ese tonto era él.
—No... —Quería responder, pero Isla no lo permitió.
—Otra mentira más, duque.
Como un diablo susurrando en su oído, ella continuó atormentándolo con sus retorcidas y suaves palabras. Una cosa que Isla había aprendido desde que cambió su comportamiento era que a su marido no le gustaba.
Como ahora, él le habría dicho sobre el embarazo de Annalise sin dudarlo, pero no lo hizo. En cambio, parecía inseguro de qué hacer, lo cual no era como su marido en su segunda vida. El duque que ella conocía era decisivo, brutal y frío con una mujer como ella.
Él, iniciando tocarla, tampoco era como él.
Él, dudando en cualquier cosa que concierna a Annalise, tampoco era como él.
Sus acciones que no eran similares a su segunda vida deben haberlo afectado de alguna manera, y a ella le gustaba. No... lo disfruta. Solo porque no se vengó de él por la muerte de su hijo precioso no significa que no jugaría con él de esta manera.
—Tomaré esto como una deuda por la muerte de nuestro hijo, Dante —Ella le sonrió con desprecio.
—Ella te quitó de mí, y ahora su hijo te toma como padre... el lugar de mi hijo. Qué divertido, duque.
—De alguna manera siento lástima por ti jugando en la palma de una mujer como ella —Isla le lanzó una mirada desdeñosa a su rostro pálido, y luego se levantó lentamente con su mano en la mesa.
—Puedes tener tantas bodas como quieras, duque. No me importa. Sin embargo, quiero una cosa de ti, y eso es, nunca permitas que su camino cruce el mío en este ducado —Ella advirtió, y su mirada prometió cosas no dichas que podría hacer si ve a Annalise en su vista—. O de lo contrario no me responsabilizaré de mis acciones.
Dante permaneció quieto mientras sus ojos nunca dejaron a su esposa, quien se alejaba de él. De alguna manera, sintió que su espalda se había alejado de él, y ni una sola vez ella miró hacia atrás.
—Nuestro hijo sigue siendo el heredero... Te puedo prometer eso —Dijo, en voz alta a ella.
Por alguna razón, quería que ella mirara hacia atrás. Esos ojos azules deben enfrentarlo aunque expresen odio por su existencia.
Isla se detuvo ante sus palabras, y los rumores en su segunda vida sobre que el protagonista masculino se convierte en el heredero del ducado Hayes tras la muerte de su hijo vinieron a su mente.
—Algo que mi hijo haya tocado, incluso si fue en mi segunda vida, nunca se acercará a mi hijo —Isla se burló y continuó caminando sin mirar hacia atrás al duque perdido.
Así como se alejó de él ahora, ella y su hijo se alejarán de su vida y de este ducado muy pronto.
—Recordé mientras escribía este libro, traté de ver las cosas desde la perspectiva de Isla. Cómo disfruta de la indecisión de Dante cuando se trata de ella, ¿Lo apoyas? Por favor, responde en la sección de comentarios a continuación 👇. Como siempre, Vota Vota Vota, mis queridos lectores .