La mayoría de los cazadores se sentaron de un lado mientras aceptaban a regañadientes el tratamiento de las enfermeras vampiro que vinieron a ayudarlos.
—No puedo creer que estemos sentados aquí en vez de luchar contra los vampiros —susurró una de las cazadoras con una evidente expresión de incredulidad en su rostro—. Deberíamos aprovechar esta oportunidad para sorprenderlos y atacarlos —sugirió.
—No —llegó la firme respuesta de otro cazador—. Ya dimos nuestra palabra de que ayudaríamos, y ¿no acabas de ver lo que sucedió hace unos minutos? La criatura nos matará, y los vampiros... algo no está bien con estos vampiros.
—¿Viste el fuego y la electricidad? —llegó la sorprendida voz de otro cazador—. ¿Quién hubiera pensado que los vampiros se actualizarían a sí mismos como nosotros actualizamos nuestras armas —el hombre hizo un clic de disgusto con la lengua.