Echando un vistazo a sus padres, Melanie abrió el mensaje y leyó:
—¿Qué tal va tus vacaciones hasta ahora?
—Bien —respondió Melanie a su texto—. ¿Ya cenaste?
—Comiendo —y Melanie añadió—, ¿y tú?
Después de enviarlo, se preguntó cuándo empezaron a hablarse como amigos.
—He estado en la enfermería desde esta mañana, y estoy enfermo.
Al leerlo, Melanie frunció el ceño. Le contestó:
—Pensé que no podías enfermarte.
Tardó un minuto en recibir otro mensaje de él. Y esta vez, su mensaje decía:
—Claro que puedo enfermarme. De Mel-sick.
Melanie se quedó mirando el mensaje unos segundos. Nunca habría pensado que Simón podría ser tan cursi. Y, ¿qué quería decir con Mel-sick?! La sangre le subió al cuello y esperaba que no llegara a sus mejillas. Su madre interrumpió sus pensamientos:
—¿Todo bien, Mel?
—Sí, mamá —Melanie sonrió a su madre, y colocó el teléfono en su regazo—. Solo era sobre el horario del próximo año.