Las piernas de Julie estaban entrelazadas con las de Román, y una de sus manos jugaba con la nuca de él mientras él había enterrado su cabeza debajo de su barbilla. La nariz de él le hacía cosquillas en la piel del cuello, y un suspiro salía por sus labios. Su cabello negro azabache era suave y ella enredaba sus dedos en él una y otra vez.
Después de haber pasado su tiempo apasionadamente, ahora yacían tranquilamente en la cama, cubiertos con una manta sobre sus cuerpos.
—Roma —Julie susurró su nombre, pero al no obtener respuesta de él, supuso que se había quedado dormido.