—No tengo tiempo para ver si sobrevivirás a la transición o morirás. Tengo prisa y te veré pronto —retirando la mano de los labios del humano, la persona abandonó el lugar ya que había otras cosas que atender.
Simón continuó tendido en el suelo frío, su cuerpo poco a poco empapándose y aceptando la sangre de un vampiro que ahora fluía por sus venas. Cuando la sangre de vampiro llegó al núcleo de su corazón, despertó su yo muerto. Abrió los ojos de golpe, revelando ojos que se habían vuelto rojos.
Había un dolor continuo en su cabeza como si estuviera siendo apretada, y los gritos se habían vuelto más fuertes haciéndolo estremecer. Casi le dolía la cabeza. Se sentó, sintiendo el dolor en su cuello, y sin saber qué había ocurrido, se dirigió fuera del callejón, donde había estado tendido hasta ahora. En su camino, se encontró con uno de los habitantes del pueblo, que se acercó a él apresuradamente.