Dentro del edificio, tanto Román como Griffin estaban destrozando todo lo que se cruzaba en su camino mientras también intentaban romperse mutuamente los huesos con total entusiasmo.
El fuego se había extendido por el primer piso, dejando objetos carbonizados a su paso.
—¿Es eso todo lo que puedes hacer, Moltenore? —preguntó Griffin, apareciendo una sonrisa en su rostro. Había logrado golpear a Román, y solo esperaba estar ganando esta vez. Matar a Román, había tanta satisfacción en ello.
—Para una persona de tu calibre, creo que eso es más que suficiente —respondió Román, pasando su lengua por el lado de sus labios y saboreando la sangre en su lengua—. Pensé que tu habilidad era buena, pero parece que no es de ninguna utilidad. Igual que tú, inútil —provocó a Griffin.