—¿Dónde está la bruja? —preguntó Román, con la mirada recorriendo las oscuras paredes pintadas.
—La bruja debía estar aquí —dijo Donovan, con una mano en el bolsillo, caminaba de un lado a otro de la ventana—. Oh, querida Camila. No tienes por qué ser tímida conmigo, mira a quién he traído conmigo hoy —canturreaba el Vampiro Anciano.
—Ah, ¡allí estás! —exclamó Donovan al notar a la bruja.
—Este no es lugar para ti, Azazel. Vete antes de que te haga daño —amenazó Camila.
—Vamos, vamos, no hay necesidad de estar a la defensiva. Solo estoy aquí para pedirte ayuda —declaró Donovan, y uno de los ojos de la mujer se contrajo ante sus palabras.
—¿Te atreves a venir aquí y pedirme ayuda después de matar a algunos de mi gente en el pasado? —dijo Camila al ver que Román movía su mano, ella rápidamente levantó la otra mano para tenerlo también de rodillas. Pero para su sorpresa, Román no cayó, sino que se quedó allí parado, mirándola—. ¿Por qué no te afecta? —estrechó la mirada.