Roman se sentó en la cama, mirando a su alrededor las cosas que había en la habitación. Sus ojos se posaron en el suéter que estaba sobre el respaldo de la silla, que a Julie le gustaba usar a menudo. Era de color lila. Habían pasado horas y no había noticias de Julie ni de su amiga Melanie.
Cuando tanto Roman como Simón habían ido a visitar la oficina del consejero, el Sr. Evans no estaba allí. Su habitación estaba cerrada y cuando verificaron con Dante, ella les dijo que no había escuchado nada sobre su partida a algún lugar.
La mente de Roman estaba acelerada y quería saber dónde estaba ella, para asegurarse de que no estuviera en problemas. No había forma de que Julie hubiera salido de Veteris y también la forma en que su aroma desapareció debajo del puente, lo hacía sospechoso. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando escuchó un golpe en la puerta.
—Escuché que me estabas buscando —dijo el Sr. Evans con una mirada de pregunta en sus ojos.