Al escuchar las pocas palabras que Román pronunció, Julieta sintió su corazón hundirse en su pecho. Era como si las cosas a su alrededor hubieran empezado a colapsar, y ella ya no pudiera mantenerse centrada.
Por cómo se había desarrollado la conversación, Julieta podía adivinar lo que Román estaba a punto de decirle. —No —susurró, impidiéndole hablar más. Aunque él no había pronunciado la frase completa, ella podía sentir cómo su corazón comenzaba a romperse, y miró fijamente sus ojos rojos. —No quiero. Por favor .
—No escuchaste las palabras completas que iba a decirte —dijo Román, con un sutil ceño formándose en su frente—.
Julieta negó con la cabeza. —Sé cuáles son tus siguientes palabras, y no estaré de acuerdo. Ni siquiera cerca —sus labios temblaban levemente, y sentía que su mundo entero había empezado a desmoronarse, peor de lo que había sido antes—.
—No es malo —dijo Román, pero Julieta no estaba dispuesta a escuchar más sobre lo que él iba a decir—.