Los ojos de Julie se agrandaron y corrió rápidamente hacia donde Román estaba de pie al lado de un Caleb que parecía sin vida, tendido frío en el suelo. Cuando había dicho que no quería que Caleb anduviera por el campus, gritando acerca de que ella tenía sueños premonitorios a plena luz del día, esto no se le había pasado por la cabeza.
—¿Está muerto? —preguntó ella, pálida de rostro, al notar sangre en la cara de Caleb.
—Cálmate, Winters. Solo lo noqueé —le aseguró Román. Se crujió los nudillos. El chico había estado merodeando alrededor de Julie durante la obra, llamándola su esposa, y él había estado esperando para golpearlo como es debido.
Julie se sentó junto al cuerpo, extendiendo su mano para comprobar si estaba respirando. Alarmada, dijo:
—¡No está respirando!
—Estará bien —afirmó Román—, y dijo: Vamos ahora. No hay tiempo que perder cuando tenemos un cuerpo que arreglar.