Julie observaba el perfil dormido de Román mientras su cuerpo parecía relajado y su pecho se movía hacia arriba y hacia abajo al inhalar y exhalar. Parecía que el gato negro había terminado de pasear por el campus, había comido todas sus patatas fritas y ahora estaba descansando en su cama.
Caminando hacia uno de sus armarios, Julie sacó la manta. Sabía que si alguien la viera ahora, en lo que estaba haciendo, la llamarían idiota por sacar una manta para él porque, en lugar de tomar la silla él mismo, había elegido dormir en su cama. Pero la temperatura dentro y alrededor del dormitorio había bajado, y su conciencia no le permitía dejar las cosas como estaban.
Desdoblando la manta, Julie usó ambas manos para ponerla sobre su cuerpo lo más suavemente posible para no despertarlo. Pero justo en ese instante, los ojos de Román se abrieron de golpe, clavando la mirada en ella, y ella se congeló.
Sus labios se entreabrieron, pero durante unos segundos, no salió ni una sola palabra.