Lejos de la mansión Quinn, Damien estaba en una pequeña cabaña con las manos y piernas atadas donde se sentó en el suelo con Kreme. Mientras Damien se sentaba allí con tranquilidad, Kreme, el humano que a menudo acompañaba a Damien, miraba a la bruja negra que comía un animal sin cocinarlo. Ella arrancó las patas traseras del animal y hundió sus dientes haciéndolo estremecerse.
¿Cómo terminaron aquí? se preguntó Kreme para sí mismo sin hacer ruido. Sus pensamientos volvieron al inicio del día en el consejo.
Estaba completando sus recados que le habían sido asignados por el consejo principal, uno tras otro temprano en la mañana hasta que Damien llegó al consejo.
—¿Cómo va tu día, Kreme? ¿Algún noticia importante? —preguntó su consejero superior y por importante se refería a si había escuchado a escondidas lo que otros consejeros estaban hablando en el consejo.