El joven humano se sentó en su escritorio con la lámpara de aceite encendida justo lo suficiente para no apagarse mientras vertía aceite regularmente para poder completar la tarea que le había asignado su concejal superior, Damien Quinn.
Desde que Kreme entró en el consejo, había sido puesto a trabajar con el vampiro de sangre pura que era tan peculiar como uno podría imaginar. Aunque al principio, Kreme había decidido que no podría sobrevivir más de un mes con el hombre, ahora había pasado casi un año y había aprendido cómo trabajar con Damien. Aunque el hombre era extraño, tenía métodos particulares para extraer información de las personas y averiguarla, de los cuales dependía el consejo cuando se encontraban en un atolladero de muros cerrados.