—¿Siempre eres así? —preguntó Jerome, aún sentado dentro de la carroza y hablándole mientras ella estaba de pie al lado del camino.
—¿Cómo qué? —Maggie se giró para mirar a Jerome, sus cejas ligeramente levantadas en señal de pregunta.
—Te ofrezco ayuda y la rechazas. ¿Tal vez comenzamos con el pie equivocado? —el hombre continuó sonriendo, lo que solo hizo que Maggie lo mirara con los ojos entrecerrados.
—Estoy segura de que tienes otros lugares a donde ir y eres un hombre ocupado.
—¿Me estás diciendo que no te importaría quedarte aquí sola hasta que aparezca la siguiente carroza? —Jerome la cuestionó, sus ojos brillando con diversión mientras seguía mirando a Maggie Quinn.
La mujer tenía una mezcla de rasgos suaves y marcados en comparación con otros vampiros de sangre pura. Sus ojos eran más grandes que la mayoría, que en este momento se habían vuelto pequeños mientras lo miraba con cautela.