—Creo que lo ha envenenado. La chica que compraste como esclava quiere matarte —respondió Grace con el rostro serio mientras miraba directamente a los ojos a Damien.
Durante un tiempo nadie dijo nada y estaban rodeados de silencio hasta que Damien comenzó a reírse con ganas como si disfrutara de un chiste privado. Las criadas que incluso habían pensado en cruzar los pasillos decidieron no entrometerse y entrar en el incómodo ambiente que se había creado allí.
Maggie no parecía sorprendida y en lugar de eso miró a su hermano y a su hermana, sus ojos se movían rápidamente para escuchar a su hermano decir:
—¿Fuiste tú quien le pidió que me envenenara?
—¿Qué? ¿Por qué haría eso? —preguntó Grace—. Tú eres mi hermano.
—Grace tiene razón, Damien —la madre de Grace apoyó a su hija—. Grace nunca haría algo tan bajo. Tanto Maggie como tú deberíais saber ya cuánto ella os adora a ambos. Sin embargo, la miráis con desdén con cada momento de vigilia vuestro.