Ha pasado una semana desde que Yun Qingrong recibió los órganos de Bai Qingyue. La cirugía fue considerada un éxito por los doctores, pero aun así, Yun Qingrong seguía dormida, lo que solo extendía la preocupación de Su Xiaofei por su madre.
En estos momentos, Yun Qingrong estaba conectada a una máquina de respiración para ayudarla, ya que su corazón había dejado de latir por sí solo en la sala de operaciones, pero los doctores lograron reanimarlo.
Su Xiaofei estaba agradecida de no haber estado dentro del quirófano para presenciarlo porque seguramente la habría destrozado irremediablemente. Tan solo el pensamiento de perder a su madre era suficiente para llevarla al límite. Sin embargo, ver a su madre en este estado, incapaz de respirar por sí sola, preocupaba a Su Xiaofei y a su esposo sin cesar.
El cerebro de su madre todavía estaba activo, según los doctores, y Su Xiaofei se preguntaba dónde estaba su madre y qué estaba haciendo en ese momento.