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Xiao Rufeng no estaba segura de cuándo se quedó dormida, pero en el segundo en que recuperó la conciencia, sintió que todo su cuerpo estaba cubierto de sudor, deseando poder tomar una larga ducha lo antes posible. Afortunadamente, esta vez recuperó su capacidad de movimiento, pero era obvio que todavía estaba débil y se sentía exhausta.
Dirigió su atención hacia la persona que estaba adormilada en el sillón cerca de la ventana de vidrio y se sintió culpable por haberle hecho a Yan Xiuchen cuidar de ella, tratando de mantenerla despierta conversando con ella.
El reloj digital en la mesita de noche indicaba que ya eran las cuatro de la mañana, y Xiao Rufeng no tenía corazón para despertar a Yan Xiuchen de su sueño.
—Él podría haberse quedado dormido antes que yo —pensó Xiao Rufeng.