—La propiedad ya está transferida a mi nombre, de eso estoy segura —respondió Xi Qian al comentario de Lu Qingfeng. No podía creer que ese pequeño tirano la estuviera ayudando voluntariamente en este momento, pero tenía que admitir que Lu Qingfeng le estaba facilitando enfrentarse a su problema.
—¿Ya tienes los documentos y el título? —Lu Qingfeng preguntó.
—Sí. Están en mi posesión. Abuela ya lo había preparado antes de morir, así que no tuve que hacer mucho.
—Entonces, ¿estarías de acuerdo si llamo a un agente inmobiliario ahora para tasar tu casa? —Lu Qingfeng continuó indagando.
Xi Qian se quedó callada ante eso. ¿Realmente iba a vender su casa para poder continuar sus estudios? ¿Dónde viviría después de eso? Sabía lo caro que era alquilar una casa en una ciudad bulliciosa como Ciudad Qiying.
Como si percibiera su dilema, Su Xiaofei enlazó su brazo con el de Xi Qian. El ligero ceño fruncido en el rostro de Xi Qian ya delataba su problema.