La boda entre Han Yize y Ye Mingyu se llevó a cabo según lo previsto. Mientras Ye Mingyu caminaba sola por el pasillo, una amplia sonrisa se dibujó en su rostro. No importaba si le disgustaba el perverso vestido de novia que su nueva suegra le había obligado a llevar. La madre de Han Yize había estado criticando sus decisiones desde que se mudó con ellos.
Al menos, el vestido que su madre escogió disimulaba hábilmente la hinchazón de su vientre y no importaba que Su Xiaofei estuviera aquí, intentando arruinar su día.
Ye Mingyu estaba segura de que finalmente había ganado. Nunca volvería a experimentar amargura en esta vida. ¡Ya no sólo tenía que prestar atención a las demandas descaradas de su padre, esos molestos usureros jamás se atreverían a acosarla de nuevo!