—Por favor... —Su suave voz femenina llegó a sus oídos. Yan Xiuchen sintió algo revolverse dentro de él al mirar a la mujer indefensa frente a él. El sonido de sus pasos acercándose la asustó.
—Por favor, ayúdame. Alguien me drogó y fui forzada a estar aquí.
Entonces Yan Xiuchen soltó una carcajada interior. Por supuesto que fue forzada a venir aquí contra su voluntad. Ninguna mujer cuerda vendría aquí voluntariamente para pasar una noche con él solo para darle al señor Wan el favor que él había estado buscando de él.
Aun así, tenía que admitir que la mujer que el señor Wan había enviado a su cama esta noche era muy hermosa. Yan Xiuchen extendió la mano y le quitó la venda de los ojos, permitiéndole ver un par de magníficos y expresivos ojos marrones que brillaban con lágrimas. Podía ver claramente la desesperanza reflejada en sus ojos.