Después de que Lu Lijun y Jiang Yuyan terminaron la comida, Jiang Yuyan limpió la boca de Lu Lijun con la servilleta y retiró la bandeja para colocarla en la mesa central. Fue a la mesa donde se guardaba el agua y llenó un vaso para llevárselo a Lu Lijun. Una vez que él tenía agua, volvió a la mesa, bebió agua y regresó con Lu Lijun.
Lo sorprendente era que, todo este tiempo, la vista de Lu Lijun nunca la dejó ni por un solo momento. Su mirada la seguía a dondequiera que ella iba como si fuera a desaparecer si él apartaba la vista.
An Tian y Lu Feng lo observaban desde la galería de la habitación donde ambos estaban de pie, sin la intención de perturbar la armoniosa atmósfera entre los dos.
An Tian tenía una expresión relajada en su rostro y dijo:
—Ella es la medicina para él.
—¡Hmm! Puedo verlo, en el momento en que la vio, cambió, pero ¿por qué la mira todo el tiempo? ¿Quiere decirle algo pero no puede hacerlo? —preguntó Lu Feng.
Dando un profundo suspiro, An Tian habló:
