—Tenía tantas cosas contra Xi Cheng en mis manos, podrían haberlo destruido, pero pensando en Song Meilin y su petición, tuve que detenerme.
—¿La madre de Nixxxie? ¿Ella te detuvo? —Jiang Yang se sorprendió al escucharlo.
—¡Sí! Song Meilin, la madre de Nixxxie. En ese momento había pocas cosas que tuve que dejar de hacer porque habría afectado el negocio de la familia Xi. A ella no le importaba Xi Cheng pero ese negocio bajo la familia Xi es todo el trabajo duro del padre de Song Meilin y quería protegerlo de todas las maneras posibles.
—De todos modos en ese tiempo Nixxxie era una niña y Song Meilin estaba esperando el día en que su hija tuviera la edad de manejar todo y para ella, Xi Cheng era solo un juguete para manejar ese negocio. Sabía que aunque Xi Cheng tenía ansias de poder, era él quien podía manejarlo perfectamente y un día le quitaría todo, dejándolo sin nada como venganza por la muerte de su hijo.