—Lu Feng y Jiang Yang estaban ocupados burlándose y riendo uno del otro, y entre sus voces fuertes y las risas de Jiang Yang, nadie podía oír los golpes en la puerta. Además, los golpes eran tan suaves porque Jiang Yuyan sentía que no le quedaba energía dentro de ella.
—Al no escuchar ninguna respuesta desde adentro, Jiang Yuyan entreabrió la puerta pero antes de que pudiera ver qué estaba pasando dentro de la habitación, una toalla cayó sobre su cara.
—Una vez que Lu Feng se escondió al otro lado de la cama, Lu Qiang quitó la toalla del rostro de Jiang Yuyan mientras Jiang Yang se levantaba detrás del sofá sosteniendo un cojín frente a su cintura para ocultar la prueba de ser un hombre sano.
—Jiang Yuyan miró a Lu Qiang con expresiones perplejas, pero antes de que pudiera decir algo, Lu Qiang la abrazó. —Buenos días, amor —dijo él.