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—¿Por qué no le pides ayuda a Lu Qiang? De ahora en adelante deberías pedirle a tu hombre todas estas cosas, no a tu hermano —respondió Jiang Yang al escuchar su voz suplicante.
—No puedo. Es... es demasiado vergonzoso decirle sobre eso —respondió ella en voz baja porque no quería que Lu Qiang la escuchara, quien estaba parado al otro lado de la puerta.
—¿Ah? ¿Qué tiene de vergonzoso? Solo ve y dile, de la forma en que me lo dijiste a mí ahora mismo —Jiang Yang respondió con una voz firme, sin querer ceder a sus súplicas. Él quería que ella acudiera a Lu Qiang para esto.
—No, no puedo —negó ella otra vez.
Jiang Yang sabía que si él accedía a ayudarla, no iría a Lu Qiang, así que dijo mostrando que no le importaba su condición: