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Para Lu Qiang, el poder estar con ella, verla, tocarla, sentirla era suficiente. Durante su baile, hubo momentos en los que suprimió el deseo de besarla después de estar tan cerca de ella. Su dulce olor, su suave tacto y tenerla cerca de él hacía imposible contenerse, pero de alguna manera lo controló.
Lu Qiang encontró la oportunidad de besarla en esa sombra, y no quería dejar pasar esa oportunidad. Para él era también la primera vez que besaba a alguien.
Su primer beso con la mujer que había amado todos estos años; su primer amor, su primer beso y su primera vez en todo pertenecían solo a ella, y ella también le pertenecía solo a él.
En algún lugar de su corazón, sentía que a ella le gustaba, y por eso nunca se detuvo de acercarse más a ella.