Después de un tiempo, la familia Jiang se despidió y dejó la Mansión Ming. Ming Rusheng y Ming Lan estaban solos en la sala de estar, sentados en el sofá.
—Parece que alguien robó el corazón de mi hermano —comentó Ming Lan, sonriendo con picardía a su hermano.
Ella notó la forma en que él miraba a Jiang Yuyan cuando hablaban.
—¿De qué estás hablando?
Ming Rusheng no miró a su hermana y continuó revisando su móvil aunque sabía exactamente a qué se refería ella.
—Nada solo... —Ella no habló mucho ya que tenía miedo de que su hermano pudiera enojarse.
——
En el coche, Jiang Yang miró a su hermana, quien se sentó en calma, mirando por la ventana del coche.
—Parece que mi hermosa hermana consiguió un admirador más guapo —comentó él.
—No sé de qué estás hablando —Jiang Yuyan se sentía cansada para pensar en cualquier cosa.
—¡Es bueno! De todas maneras, estoy feliz con la única persona especial como tu admirador —dijo él, pero ella no le prestó atención.