—Lo primero que hizo Zhao Lifei al salir de la oficina fue llamar a Lu Minhong. Preferiría decirle la verdad primero porque seguramente se enteraría por fuentes de terceros.
Contestó en el primer tono, pero lo que la recibió fue el sonido de explosiones fuertes y disparos.
—Un escuadrón está viniendo desde el Noroeste. Vamos a quedarnos en esta casa y disparar desde aquí —gritó en su auricular, distraído por el desafío que tenía enfrente.
Ella levantó una ceja. ¿Por qué contestaría si iba a seguir jugando?
—¡Rayos! Me derribaron, ven a recogerme, ¡oye, oye a dónde vas?! —exclamó enojado a través de su auricular. Casi golpea su teclado de la frustración cuando sus compañeros de equipo lo abandonaron de repente, obligándolo a morir.
—¡Maldita sea, solo me faltaban cinco bajas para ganar! —maldijo y golpeó la mesa.
—¿Es un mal momento para llamarte? —preguntó Zhao Lifei con hesitación. No quería darle malas noticias cuando ya estaba enojado para empezar.