—Yang Feng, mi nieta es muy preciosa para mí —Zhao Moyao finalmente habló después de un muy largo silencio. Su corazón se sentía pesado al pensar en la imagen de una Xiao Fei sin vida, cuyos ojos estaban tan vacíos, que le asustaban.
Yang Feng sintió el peso de las palabras de Zhao Moyao. El hombre rara vez reconocía o cuidaba de su familia y para que él hiciera eso, debía estar muy apegado a ellos. Pero Yang Feng estaba ajeno a lo que Zhao Moyao estaba insinuando.
—Lo sé. No le haré nada. Solo la enviaré a casa —Yang Feng lo tranquilizó.
Zhao Moyao levantó una ceja cuando de repente se dio cuenta de algo. Este Yang Feng... ¿no era consciente de sus evidentes sentimientos hacia su nieta?
Le divertía la idea. ¿Un hombre con un grado en psicología no era capaz de entender sus propios sentimientos? Zhao Moyao casi se rió.
—Está bien entonces. Espero que no le falte ni un cabello —reflexionó.
—Por supuesto —dijo Yang Feng antes de colgar.