Zhao Lifei no sabía por qué estaba dudando frente a la puerta del hospital. Ya llevaba buen rato dando vueltas afuera, debatiendo si simplemente debía regresar a casa.
No era que tuviera miedo o nerviosismo, sino más bien, temía la conversación que tendrían. Soltando un suspiro de irritación por su indecisión, decidió armarse de valor y abrir la puerta. Una vez más, fue recibida por la amplia habitación del hospital, esta vez, despejada de las flores de la noche anterior. Pensó que Zhao Xingxing debió haberse dado cuenta de que los lirios eran flores de funeral, ya que las cestas de frutas todavía estaban sobre una mesa.