—¿Por qué me miras así? —se quejó Yang Ruqin. La curiosidad estaba escrita en la cara de Zhao Lifei con letras grandes y rojas. Esa mirada no le gustaba.
—Mi dulce Qinqin, creo que es hora de contar un cuento —Zhao Lifei palmeó el espacio a su lado. La mirada feroz de Yang Ruqin podría quemar un agujero en la tela de lino puro. Olfateó, ¿era eso tela quemada lo que olía?
—¿Un cuento sobre qué? —Yang Ruqin trató de posponerlo tanto como fuera posible. Daba pasitos hacia Zhao Lifei. Pasó un minuto y todavía no había cruzado un metro.
Zhao Lifei impacientemente salió de la cama y tomó la muñeca de Yang Ruqin. Luego arrastró a la joven hacia ella —¡Un cuento sobre ti y el asesino! —Obligó a Qinqin a sentarse en la cama.
—¿Qué tal si hablamos de otra cosa? Como de cómo fue la cita a ciegas