—Buenos días, jefe —dijo Huo Qiudong con cautela, un filo en su voz. No estaba feliz con la entrada tan dramática—. ¿La próxima vez, puedes abrir la puerta un poco más suavemente y no darme un ataque al corazón?
—Solo estoy intentando mantenerte alerta —bromeó Zhao Lifei mientras entraba a la habitación, su vestido color caléndula ondeando con cada paso. Él lo miró antes de desviar la vista. Sus labios se curvaron en una sonrisa—. Sí, ya sé que este no es un atuendo apropiado para la oficina.
Huo Qiudong se aclaró la garganta, un ligero rubor extendiéndose hasta sus orejas—. Jamás me atrevería a hablar mal de la jefa.
—Sí, sí, y mañana va a nevar —dijo ella, rodando los ojos y dejando su pequeña bolsa.
—De todos modos, no estoy vestida con ropa de oficina porque no planeo quedarme aquí hoy —dijo mientras caminaba hacia el borde de su escritorio y confiscaba el portátil, cerrándolo.
—Jefe, todavía tengo que hacer la presentación del próximo miércoles.