El corazón de Zhao Lifei se estremeció ante su feroz declaración. Sus ojos siempre parecían ver directamente en su alma. Su corazón se detuvo al mirar sus ojos de ónix, que eran conocidos por ser inanimados y fríos, pero estaban tan cálidos y llenos de amor cada vez que la miraba a ella. Alzó una mano para tocar su rostro y él se inclinó por reflejo hacia su mano, sin apartar nunca la mirada de ella.
—Incluso si intentas dejarme, Zhao Lifei, nunca te dejaré ir —dijo él, colocando una mano grande y envolvente sobre las pequeñas de ella, manteniendo el contacto visual mientras hablaba lentamente.
Ella se dio cuenta de que sus sentimientos por ella eran como una espada de doble filo. Él era amable y cariñoso, pero posesivo y dominante. Aun así, ella se sentía cada vez más atraída por él. La sensación de pertenencia que obtenía de él, la seguridad de que él nunca le sería infiel, no quería que nada de eso se fuera.
—Lo sé —sonrió ella.