Base del Inframundo
Gota. Gota. Gota. Gota. El sonido del líquido cayendo sobre el suelo de cemento se podía escuchar en todo el subterráneo.
El aire era denso, casi sofocante, un fuerte hedor a sangre y muerte se prolongaba en la atmósfera. Había una espesa capa de suciedad inidentificable en las paredes, manchas rojo oscuro en las barras de metal y una gruesa capa de polvo en cada rincón. Ocasionalmente, gemidos y quejidos de dolor rebotaban en las paredes. Si uno escuchaba atentamente, podían oírse gritos ahogados de agonía provenientes del extremo opuesto de un largo pasillo sumido en la oscuridad.
Cuando dos hombres pasearon por la entrada, la gente temblaba y se estremecía de miedo. La temperatura descendía más de lo que estaba antes y cada paso que daban resonaba por los pasillos, silenciando a los prisioneros que preferían contener sus quejidos de dolor a ofender al hombre.