Yang Feng tomó el agua y la entregó con cuidado a la preciada mujer en sus brazos. —Ten cuidado, podría estar muy caliente
Ella lo ignoró y arrebató la taza de su mano, terminándosela de un trago.
Yang Feng recuperó la taza y se la entregó a su secretario para que la rellenara. Chen Gaonan frunció el ceño ante su nueva tarea como aguador, pero, a pesar de todo, fue a buscar el agua.
—¿Te duele en alguna parte? —preguntó Yang Feng, apartando su flequillo desordenado para revelar el grueso vendaje blanco en su frente. Al verlo, su boca se torció en un gesto de preocupación.
—No —respondió secamente Zhao Lifei, empujándolo y bajando la mirada. Recordó su expresión cuando vio la sangre. Sentada aquí, estaba esperando que él le dijera que no quería una mujer tan loca e incontrolable como ella.