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Calipso estaba sudando balas cuando se sentó frente a Aurelia para almorzar. Claro, otros podrían ver la ocasión como una función simple y normal, pero para él, era otra oportunidad más para impresionar a la única mujer que realmente había captado su atención. Era su momento de intentar hacerse presentable… De hacer que ella viera que realmente valía su tiempo y esfuerzo.
—Solo asegúrate de que realmente te crees lo que estás diciendo —Axel rió entre dientes—. Ella es una mujer muy difícil de complacer. Te va a ver a través de ti si alguna vez le dices una sola mentira.
—¿Lo sé, de acuerdo? —Calipso se burló—. Déjame hacer lo mío. Puedo manejar esto.