Xenia se mantenía orgullosa mientras mantenía la cabeza bien alta. Acababa de declarar su lealtad a Cordon en todo excepto en nombre, y la adoración de sus nuevos súbditos casi la hacían querer sonreír radiante de felicidad y aceptación. Sin embargo, la ceremonia aún no había terminado, lo que significaba que todavía tenía que mantener las apariencias.
—¿Cuánto tiempo tengo que mantener esta pose? —pensó con un suspiro silencioso—. ¡Esto se siente tan incómodo! A pesar de la incomodidad, no pudo evitar sonreír interiormente. Estaba tan dichosa pensando que todo por lo que había pasado valió la pena, especialmente cuando miró al hombre que estaba a su lado.