Tan pronto como su esposo dio inicio al combate, Xenia hizo todo lo posible por prepararse para el ataque de Pinra. Y tal como esperaba, su oponente no perdió tiempo en abalanzarse sobre ella.
—¡Muere!
Su espada chocó contra las garras endurecidas de Pinra, chispas volando entre ellas mientras Xenia hacía su mayor esfuerzo para empujar a su oponente atrás.
—¡Vamos, Princesa! —se burló Pinra—. ¡Démosles un espectáculo!
Xenia frunció el ceño mientras mantenía la boca cerrada. Hablar en batalla era un pecado, y también se había asegurado de que Darío permaneciera callado en su Vínculo solo para poder concentrarse mejor en su lucha. Apoyando sus pies en el suelo, soltó un grito de esfuerzo al lograr empujar a Pinra hacia atrás. Ya podía sentir sus brazos tensándose solo por defenderse, y realmente no quería entrar en otra contienda de pura fuerza.