—¿¡Qué demonios?! ¿Me sobreestimé? —Los ojos de Xenia se agrandaron cuando sintió que sus pulmones se contraían y jadeaban a través de su boca cerrada, el gesto le causó un dolor agudo en el pecho mientras sentía que sus brazos se agitaban frenéticamente a través del agua.
—¡Esto es malo! ¿A qué distancia está la superficie? —Al mirar hacia arriba, con la esperanza de que eso la salvara, sus esperanzas se desvanecieron al darse cuenta de lo profundo que estaba bajo el agua.
—¡La luz del sol ni siquiera me está alcanzando ahora! —pensó desesperadamente—. ¿Cómo se supone que respire aquí?
Con la falta de aire vino el pánico. El hecho de que no tenía otro lugar adónde ir que no fuera hacia arriba empezó a afectarla.
—¿¡Qué voy a hacer?! ¡No puedo morir aquí! —Pensando rápido, Xenia miró rápidamente a su alrededor, con la esperanza de ver algo que posiblemente la salvara del error que acababa de cometer.