En la Mansión de Pinra, en la parte sur del Territorio de la Manada Luna Creciente Plateada.
Pinra no pudo evitar tener una amplia sonrisa en su rostro al recibir la noticia de que su tío Nasser llegaría a verla. Estaba tan extática que incluso instruyó a su cocinero para que preparara todos los platillos favoritos de su tío, esperando que los dos pudieran compartir una comida juntos.
Actualmente, estaba en su alcoba, vistiéndose adecuadamente después de una intensa sesión de entrenamiento en su campo de entrenamiento. Mirando su apariencia en el espejo, se dio una leve aprobación con la cabeza una vez que terminó de vestirse. Luego, su mirada se desvió hacia el collar que llevaba puesto, aquel que su madre le había dado antes de morir.
Absorta, Pinra levantó su mano para abrir el medallón del collar. Dentro, uno de los últimos retratos de su verdadera madre la saludó. —Ya casi estoy ahí, Madre. Pronto me reconocerá una vez que me convierta en Reina —dijo con una amplia sonrisa.