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En la Mansión Keen, Territorio de la Manada del Creciente de Plata
Un silencio ensordecedor reinaba dentro del carruaje entre Clara y Gilas incluso después de haber llegado a la Mansión Keen. Aunque no era la primera vez que estaban allí, en esta ocasión, la madre de Gilas, Shila, parecía bastante sorprendida de verlos. Viendo eso, Clara asumió que Gilas no había informado a su madre de su visita repentina como en ocasiones anteriores. Probablemente su madre estaba desprevenida ese día, sin tener el usual festín preparado para ellos cada vez que llegaban.
—Hijo, ¿no me avisaste que ustedes dos vendrían? —se quejó Shila con ligereza—. Tendré que pedirle al cocinero que prepare algo bueno para ustedes dos. Lo bueno es que al menos llegaron temprano.
Gilas no le respondió. En su lugar, le dio a su madre un fuerte abrazo tan pronto entraron en la casa.