—Desearía que tuviéramos más tiempo para hablar... —Xenia suspiró con pesar.
Después de todo lo dicho y hecho, el día en que Xenia y su pareja tenían que marcharse finalmente había llegado. Su reencuentro con su hermana Mineah le pareció demasiado efímero para su gusto mientras regresaban al puerto. El Rey Nikolai los había acompañado todo el camino hasta el puerto, aparentemente para despedirlos.
—Yo también, hermana —Mineah suspiró tristemente—. Desafortunadamente, todos tenemos nuestro papel que desempeñar en el gran esquema de las cosas.
—Así es —Xenia se rió entre dientes mientras le daba a Mineah la sonrisa más cálida que podía reunir—. Supongo que aún queda la próxima vez, cuandoquiera que eso sea.
—Me aseguraré de estar allí en tu ceremonia de boda, hermana. Eso, te lo prometo —Mineah sonrió radiante—. Y estoy segura de que para entonces ya veremos a nuestro hermano Ezequiel sano y salvo.
—Solo podemos esperar, hermana —Xenia asintió.