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—Esto se siente bien —susurró Xenia en cuanto su cuerpo sintió el cálido toque del agua en su piel. La sangre de Darío también estaba realizando maravillas en su cuerpo, sus molestias previas desapareciendo lentamente cuánto más se relajaba. Sus músculos empezaron a liberar algo del dolor y entumecimiento que tenían.
Xenia sonrió al sentir el agua correr por su cabello. Darío estaba masajeando su cuero cabelludo, y ella se relajó aún más cuando él añadió un poco de fragancia al agua, hierbas y aceites haciendo maravillas en su cabello mientras se bañaban.
—¿No es suficiente ser mi amante? —murmuró Xenia con una sonrisa—. ¿También estás actuando como mi sirviente esta noche?
—Me encantaría ser tu todo, mi amor —respondió Darío firmemente.
Mariposas revolotearon de inmediato dentro de su estómago ante sus palabras. Su corazón tampoco pudo evitar hacer lo mismo cuánto más hablaba con él.