—¿No puedes dormir? —murmuró Darío en su oído.
Al oír a su amado, Xenia finalmente dejó escapar el suspiro que estaba reteniendo. Moviéndose con cuidado, se sentó en su cama. El mar estaba bastante agitado en comparación con la noche anterior, su barco se balanceaba en todas direcciones mientras avanzaba entre las olas.
Sintiendo su angustia, Darío se sentó en la cama a su lado y se enfrentó a ella. —¿Tienes miedo?
Xenia negó con la cabeza. En realidad, lo que Osman les había contado era lo que la aterraba hasta el punto de no poder dormir. No podía ni siquiera imaginar cómo el almirante había escapado milagrosamente de tal cosa, pero supuso que tuvo suerte al encontrarse con la mujer que le ayudó... Helena... Y al parecer, era un hada. Y según Osman, había estado dentro de ese bosque durante dos semanas.
—Hay una posibilidad de que tenga que estar fuera tanto tiempo. Quizás incluso más —murmuró Xenia—. No tengo miedo. Es solo que…