De regreso en las olas del Océano Miran, el Lucian seguía navegando hacia su siguiente destino. Xen había vuelto a su cabina y Darío había estado ocupado cuidándola bien.
Limpándola y alimentándola, él se aseguró con delicadeza de ser cuidadoso al aplicar un ungüento en sus heridas. Eran únicas en el sentido de que Jayra había preparado la pomada con especial atención y potencia.
—Xen, no estoy seguro de poder soportar verte así —suspiró Darío mientras aplicaba algo del ungüento en las heridas de Xen—. Sé que dije que esperaré hasta que estés lista, pero esto me está rompiendo el corazón. Por favor, arriesguémonos y completemos el Vínculo de Compañeros ahora.
Hace un rato, le había costado mucho controlarse y no interferir al ver a Xen luchar contra el grupo de tiburones que la atacaron en cuanto escapó de la jaula. Apenas respiraba mientras miraba, recordándose constantemente que aún no era momento para interferir en el entrenamiento de Xen.