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—Este es el lugar...
Ezequiel observaba desde su punto de ventaja como el campamento enemigo parecía completamente ajeno a su presencia. Sus exploradores le habían informado de que esta era una partida avanzada enviada por Helion, y que no se debería esperar refuerzos enemigos en caso de que cayeran.
Era el objetivo perfecto.
—¿Están todos listos? —el Príncipe llamó a Atlas.
—A tu palabra, mi Príncipe, —respondió Atlas, la voz del hombre rezumaba preparación mientras empuñaba su espada.
—Supongo que no perdonaremos a ningún testigo.
Ezequiel se volvió hacia Darío, la pregunta del rey resonando en sus oídos mientras consideraba su respuesta. Aún ahora, la ira que albergaba en su corazón ardía fuerte y justa, la llamada a la sangre y la venganza casi amenazaba con consumirlo.