Darío caminaba por el pasillo de regreso a la cámara donde había dejado a Gedeón y a Bartos cuando pasó junto a Nikolai y su hermana, Ezme. No anunció su presencia, pero estaba claro que el dúo notó su llegada.
—Qué tonto... usar la Ley de Obligación por una simple humana —escuchó resoplar a Ezme, solo para componerse rápidamente al verlo—. R-Rey Darío, yo...
Llevantando la mano en señal de saludo y como indicación para que su hermana se callara, Nikolai soltó una risita:
—Disculpas por mi grosera hermana, Darío. Dale algo de tiempo. Ella te superará.
El rostro de Ezme se desencajó ante las palabras de su hermano. Sin emitir siquiera un sonido, se marchó a paso firme hacia sus aposentos asignados, dejando a los dos reyes solos en el pasillo.
Observándola marcharse, Darío solo sacudió la cabeza con media sonrisa. Conocía lo suficiente a Ezme como para ignorar tales palabras de ella.
Apoyado en la pared, Nikolai cruzó los brazos y comentó: