Entrar en las mazmorras fue una experiencia que Shila realmente no quería volver a experimentar. Sin embargo, si hacerlo significaba que podría ver a su Pinra de nuevo, lo haría tantas veces como fuera necesario.
—Por aquí.
Ella asintió al guardia que la escoltaba mientras se encontraba una vez más en las profundidades más oscuras y profundas de la mazmorra. Después de un rato, los sirvientes que la seguían habían sido detenidos por algunos de los guardias, principalmente por su propia seguridad ya que se les hizo dejar las cosas que habían traído.
—Yo me encargaré de aquí —Shila aseguró a sus sirvientes mientras se iban—. Siéntanse libres de regresar a la mansión —Luego miró a los guardias y preguntó—. ¿Supongo que ustedes serán los que llevarán mis regalos en su lugar?
—Después de una inspección superficial de ellos, sí.
—Está bien —Shila asintió—. Además, ¿puedo pedir que esta vez me acompañen algunas guardias mujeres?
—Eso puede arreglarse.