—¡Guau, lo has hecho genial! ¡Eso realmente es una obra maestra! —estalló Jayra, mirando sin pestañear el cuadro de Bella. Aún no estaba terminado, ya que la pintora aún planeaba agregar más colores vibrantes a lo que podía recordar en su cabeza sobre la Reina de las Hadas, pero ya estaba tomando buena forma.
—No es nada, realmente —restó importancia Bella al elogio con su propia admiración hacia su sujeto—. Es solo que realmente amo su belleza etérea, eso es todo.
Ayer, ella y su cuñada se habían apresurado al santuario más cercano para ver la última visión de la Princesa Xenia que finalmente apareció después de cinco días esperando nuevos acontecimientos. Desde allí, vieron a su amiga completar su prueba, pero no sin antes también echar un vistazo al nuevo guardián que entraba en escena.
